Sotogrande – Ucrania: conexión directa en ayuda humanitaria
Una expedición de vecinos de la zona viaja hasta Polonia para recoger a un grupo de ucranianos y afincarlos en el Valle del Guadiaro.
Los voluntarios, tras vivir en primera persona la experiencia de un conflicto de tal crudeza, impulsan la creación de una asociación para ayudar a los refugiados.
Las acciones verdaderamente importantes y de gran fondo humano, nacen de la manera más improvisada y desinteresada, bajo el valor de dar sin esperar nada a cambio. Hace ya varias semanas, con las noticias tan desesperanzadoras que llegaban del conflicto bélico en el Este de Europa y las imágenes de tantos ucranianos intentando encontrar acomodo lejos de sus fronteras, surgió en el seno de un grupo de voluntarios de la zona, la iniciativa de viajar por carretera hasta la misma orilla de la guerra y traer de regreso al Valle del Guadiaro al mayor número de refugiados, dentro de sus posibilidades.
Un gesto encomiable, cruzando más de 3.500 kms. por toda Europa, para lograr traer hasta el momento a nada menos que “15 personas, a las que se la han sumado otras 10 gracias a la colaboración y ayuda de muchas personas de Sotogrande y el Valle del Guadiaro”, explica Ruth Martin, una de las voluntarias de la expedición, junto a José M. Bezares y Francisco Agüera.
“Es una de esas experiencias que te cambian la vida y además ya estableces un vínculo muy especial con estas personas, no se trata sólo de traerlas a España, en este caso desde Polonia, hay que ayudarlas a conseguir un lugar en el que vivir, un trabajo y que se sientan seguras. Nos hemos encontrado con personas que tienen mucho y han vivido situaciones extremadamente duras, lo que les hace tener una gran desconfianza. Ellos abandonan sus vidas, con apenas una bolsa bajo el brazo, y tienen que montarse en el coche de un desconocido, de cuyo idioma prácticamente no entienden una palabra, y fiarse de sus buenas intenciones”, relata Bezares, uno de los principales organizadores y promotores de hacer este viaje humanitario hasta Polonia.
Y es que la experiencia es dura y difícil en todos los sentidos. Un viaje por toda Europa, de más de tres días de carretera, para alcanzar Varsovia, capital de Polonia dónde se reagrupan y censan relativamente a los muchos refugiados ucranianos. “Llegamos a una estación de tren que es el lugar en el que los cooperantes y diferentes ONG se encargan de organizar y asignar la ayuda humanitaria que llega desde todas las partes del continente”, relata la voluntaria.
“Ahí se ven imágenes muy duras, todo es un pequeño caos. Ves a personas durmiendo en el suelo, en condiciones de escasa higiene y familias enteras desgarradas por el dolor de la tragedia. Un dolor al que hay que sumarle el miedo y la desconfianza que traen encima, después de cruzar todo un país en ruinas, muchos de ellos con familiares fallecidos o sin noticias desde el frente, y encima, sumar el evidente miedo que existe a las mafias que también están presentes en la frontera y vinculadas al tráfico ilegal de personas”, detalla con total realismo sobre la situación. Son muchos los testimonios que llegan casi a diario a los medios de comunicación sobre personas que desaparecen por culpa de estas organizaciones criminales.
Felizmente, gracias al apoyo de una gran parte de la comunidad, la caravana partió hacia Varsovia cargada de víveres, medicamentos y otros elementos que demandaban los cooperantes y sellaron la recogida de un grupo de ucranianos. “Emprendimos el viaje de vuelta y ellos mismos tuvieron al fin la oportunidad, por primera vez en días de dormir en una cama o asearse debidamente camino de España, algo que pudimos ofrecerles gracias a la colaboración de muchos vecinos solidarios de la zona. Aunque lo más importante de todo esto no es nuestro viaje, eso sólo ha sido la semilla y la inspiración para que todo el Valle del Guadiaro y personas de toda la Comarca se vuelquen en ayudar a estas personas. Queremos canalizar todo ello y constituir una organización que nos permita gestionar estas colaboraciones”, agradecen los voluntarios.
“Todas las personas que están llegando lo que quieren es trabajar y ganarse un lugar digno para vivir. Gracias a diferentes casas de acogida que se han prestado de manera solidaria en la zona, hemos podido instalarlos e incluso encontrarles un trabajo”, explican. “Casi todo son madres acompañados de hijos a los que después de encontrarles acomodo ya estamos ayudando a matricularlos en los colegios de la zona”, añaden. “Y en esto sí nos gustaría destaca algo muy importante: la aportación y colaboración que están llevando a cabo muchos rusos afincados en la zona, están siendo los primeros en prestar su ayuda. Son perfectos conocedores de su idioma y costumbres; la comunidad rusa de la zona está ayudando enormemente en hacer más sencilla la aclimatación de estas personas”, matizan los voluntarios.
Sin duda toda una hazaña que merecía ser contada pero aún más importante es la labor que está haciendo a favor de estas personas una vez arraigadas en nuestra comunidad.