'Empleo temporal y abusos'. por Carlos Rodríguez Braun

Opinión, por Carlos Rodríguez Braun
Opinión, por Carlos Rodríguez Braun

Este verano hemos visto que las autoridades han intensificado su habitual persecución a los empresarios con el argumento de los abusos del empleo temporal. Como siempre, lo que suele reinar en estas cuestiones es la confusión, empezando porque se confunde a los culpables.

Carlos Rodríguez Braun

Hablar de abuso de los trabajos temporales centra la culpabilidad en los empresarios, como si se aprovecharan de los trabajadores, lo que exigiría la intervención de los políticos, los sindicalistas, y los burócratas, para impedir tan inicua explotación.

En realidad, los políticos, los sindicalistas y los burócratas son los responsables de los abusos, porque no hay abuso mayor que el desempleo, y este se produce precisamente por la intervención legislada por los primeros, jaleada por los segundos y administrada por los terceros.

En un mercado de trabajo con menos intervención no habría paro, como lo prueban los países nórdicos, tan aplaudidos por los progresistas, que púdicamente ignoran que allí los mercados son muy flexibles, en particular el de trabajo, con muchas facilidades para contratar y despedir. En nuestro país, en cambio, hay toda clase de supuestas “protecciones” a los trabajadores que en verdad los llevan al desempleo, como sabemos bien aquí en Andalucía.

La conciencia de que esto es así fue lo que llevó a los socialistas de Felipe González a facilitar la creación de empleos temporales o a tiempo parcial, que aumentaron desde entonces muy considerablemente. Y siempre se condenaron los “abusos” cuando lo que habría que condenar es la legislación laboral franquista, que tantos izquierdistas añoran, y que ningún político en España se ha atrevido a desmantelar.

Hay trabajos que son temporales por naturaleza, como en la agricultura o el turismo. Sería absurdo pretender que en Sotogrande hubiese el mismo trabajo en hostelería en agosto y en febrero. Si se abusa de la contratación temporal o a tiempo parcial no es porque los empresarios sean intrínsecamente perversos sino porque el empleo fijo es demasiado caro. No tiene sentido quejarse de la segmentación del mercado laboral sin señalar a los sucesivos Gobiernos que la impulsaron y fomentaron. Y menos sentido tiene pensar que las mismas políticas antiliberales que han producido el intolerable desempleo que padecen los trabajadores en España van a ser la solución del problema.


Temporary employment and abuses

Carlos Rodríguez Braun

This summer we have seen the authorities intensify their usual persecution of business owners, claiming that they are abusing temporary employment. As always, what normally reigns in these matters is confusion, starting with their confusion about who is to blame.

The talk of abuse of temporary jobs places the blame on business owners, as if they are taking advantage of the workers, and politicians, unions and bureaucrats need to intervene to stop such iniquitous exploitation.

In reality, it is the politicians, trade unionists and bureaucrats who are responsible for the abuses, because there is no greater abuse than unemployment, and that occurs precisely because of the intervention which is legislated by the first, encouraged by the second and administered by the third. .

In a labour market with less intervention there would be no unemployment, as proven by the Scandinavian countries, so applauded by the progressives, who blithely ignore the fact that the markets there are very flexible, particularly the labour market, with numerous facilities for hiring and firing staff. In our country, on the other hand, there are all types of supposed “protections” for workers which actually lead to unemployment, as those of us here in Andalucía know well.

It was awareness of this that led Felipe González’s socialists to make it easier to create temporary jobs or part-time work, which have increased very considerably since then. And they always condemned the “abuses” when what they ought to have condemned was the Francoist employment legislation, which so many lefties yearn for, and which no politician in Spain has dared to dismantle.

There are jobs which are temporary by nature, such as in agriculture or tourism. It would be absurd to say that in Sotogrande there would be the same work in the restaurant sector in August as in February. If temporary or part-time contracts are abused it isn’t because business owners are intrinsically perverse, but because permanent employment is too expensive. There is no sense in complaining about the segmentation of the labour market without pointing out that successive governments have promoted and encouraged it. And there is even less sense in thinking that the same anti-liberal policies which have produced the intolerable unemployment which is suffered by workers in Spain are going to be the solution to the problem.