Okinawa, El edén al sur de Japón

Si hablamos del antiguo Reino de Ryūkyū,  probablemente sólo los lectores más conocedores de la historia de Japón puedan dar alguna referencia. Si nos referimos, al contrario, a la isla de Okinawa, el destino resultará mucho más familiar. Una isla paradisíaca, situada al sur de Japón, a la que viajar para perderse del mundo rodeados de cultura, buena gastronomía, naturaleza y larga vida. El plan perfecto.

La isla de Okinawa tiene una historia rica, plagada de testimonios materiales que la atestiguan y que se presentan ante el viajero con excelentes reclamos para conocerlos. Un buen ejemplo son los Gusuku (castillos o las fortalezas), elementos patrimoniales, actualmente en ruinas, del pasado  Ryūkyū. Entre estos castillos, destacan el de Nakagusuku o el de Katsuren, que se enfrentaron entre ellos alrededor del siglo XV. Este último, el de Katsuren, data del siglo XII, y en recientes excavaciones se encontraron monedas romanas auténticas. Aunque el misterio continúa abierto, parece claro que Okinawa mantuvo una larga tradición comercial con el resto de Asia, y de ahí puede venir esa conexión con las antiguas monedas romanas, que podían usarse mucho después de caído el Imperio.

LARGA VIDA

Los habitantes de Okinawa son conocidos por su longevidad. Esta isla es las que tienen un mayor porcentaje de habitantes centenarios. Y no sólo es reseñable su larga vida, sino que la población mantiene un muy buen estado de salud, lo que les permite tener una gran vitalidad y energía. La ciencia se ha interesado por comprender por qué en este lugar hay una esperanza de vida tan alta, y se han dado cuenta de que buena parte de la responsabilidad la tiene su dieta. El cáncer y las enfermedades cardiovasculares tienen un impacto muy bajo entre la población de esta zona. Por tanto, es un destino muy interesante donde aprender hábitos de vida saludables e intentar contagiarnos de su alegría por vivir.

Los amantes del submarinismo encontrarán en Okinawa un auténtico paraíso. La zona sur de la isla está formada por arrecifes elevados de coral. La piedra caliza se erosiona con facilidad, por lo que hay numerosas cuevas. Algunas de ellas están abiertas para que los turistas puedan acceder a ellas con comodidad. En cualquier caso, el mar que rodea a la isla tiene una temperatura excelente para el baño, debido al clima subtropical de la zona, y sus aguas cristalinas permiten practicar el buceo o disfrutar de un baño placentero.

La gastronomía y las compras son otros atractivos turísticos de la isla. Entre los productos que destacan en el mercado local son los frescos pescados capturados en las aguas de los mares del sur de la isla o el Awamori, que es una bebida alcohólica autóctona. Respecto a las compras, hay numerosas tiendas de grandes firmas internacionales, pero también interesantes talleres artesanales donde venden productos hechos a mano, como las shisa, que son unas estatuas con forma de león que son las protectoras de Okinawa. Tampoco podemos olvidarnos de los cosméticos y productos de salud que se hacen en la isla con materias primas autóctonas, y que están siendo muy valorados.

Entre las numerosas paradas aconsejadas para completar cualquier viaje a este lejano destino, Naha,  la capital de la prefectura, es imprescindible. Se puede llegar de manera directa en avión desde diferentes ciudades japonesas, como Tokio, Nagoya o Fukuoka. También es posible hacer la travesía en barco desde varios puertos japoneses. Desde algunos, el trayecto es largo, como Tokio (44 horas) o Kagoshima (23 horas), pero para algunos puede ser recomendable por las vistas que se pueden disfrutar. La isla de Okinawa es un destino turístico con una oferta variada, que seguro que resultará inolvidable para quienes la visiten.

Texto: Álvaro López