Sombras y resiliencia, por Carlos Rodríguez Braun
En el reciente XIII Foro Empresarial Sotogrande destacamos dos características sobresalientes del escenario económico y financiero: las evidentes dificultades que atraviesa hoy, y que marcarán el año 2023, pero también la resiliencia de nuestra economía.
Las principales inquietudes pasan por la desaceleración de la actividad económica, con una posible recesión, la subida de la inflación y de los tipos de interés, y un mayor desequilibrio de las finanzas públicas.
Es posible, por tanto, que nos enfrentemos a una nueva crisis, con una complicación añadida, que no habíamos padecido desde hace muchos años: la inflación, ese llamado “impuesto a los pobres”, un impuesto que no es votado en el Parlamento, pero que ejerce un indudable impacto empobrecedor sobre el grueso de los ciudadanos.
Frente a todo esto cabe subrayar la resiliencia, que define así la Real Academia Española: “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. Que España tiene esa capacidad, en su economía y su sociedad, es indudable, y lo hemos visto recientemente en nuestra resistencia a la pandemia. No podemos descartar que esa fortaleza entre ahora en acción para mitigar los efectos del escenario negativo.
Hace pocos días, la vicepresidenta, Nadia Calviño, declaró en el periódico Cinco Días: “La recuperación en España está siendo rápida”. Puede que sea cierto, y esperemos que sea así, aunque también es cierto que se trata fundamentalmente de un mérito de los empresarios y los trabajadores de nuestro país, y no de sus gobernantes.
Shadows and resilience
Carlos Rodríguez Braun
At the recent XIII Sotogrande Business Forum we highlighted the two outstanding characteristics of the economic and financial scene: the clear difficulties that it is currently going through, and that will define 2023, but also the resilience of our economy.
The main concerns involve the slowdown in economic activity, with a possible recession, the rise in inflation and interest rates, and a greater balance in public finances.
It is therefore possible that we are facing a new crisis, with an added complication, that we had not suffered in many years: inflation, the so-called “tax on the poor”, a tax that is not voted on in Parliament, but which has an undoubtable impoverishing effect on most citizens.
In the face of all this, it is worth highlighting resilience, which is defined by the Royal Spanish Academy as follows: “the capacity of a living being to adapt to a disruptive agent or an adverse state or situation”. It is unquestionable that Spain has that capacity, in its economy and its society, and we have recently seen it in our resistance to the pandemic. We cannot rule out that strength coming into play now in order to mitigate the effects of the negative scenario.
A few days ago, the vice-president, Nadia Calviño, declared in the newspaper Cinco Días: “The recovery in Spain is occurring quickly”. This may be true, and we hope that is the case, although it is also true that it is essentially the merit of business people and workers in our country, and not of those in power.