"Regreso a ¿dónde?", por Carlos Rodríguez Braun

Opinión

Se acaban las vacaciones, como casi todo lo bueno.

En circunstancias normales, utilizaríamos el lenguaje del retorno, y hablaríamos de vuelta a casa, al trabajo, a los estudios y a los quehaceres habituales de cada uno.

El problema es que este año no sabemos adónde regresamos. Volveremos, pues, pero a un destino incierto, y, como dice el viejo tango de Gardel, “con la frente marchita”.

Carlos Rodríguez Braun

En efecto, a las malas noticias económicas que hemos conocido durante el verano se han sumado los registros sanitarios, con el incremento de los contagios.

Dos actividades fundamentales de la mayoría de los ciudadanos, el trabajo y la educación, se hallan particularmente afectadas por los rebrotes, y por la falta de un horizonte claro sobre cómo podrán reiniciarse en septiembre.

La política también regresa en estos últimos días de agosto, y lo hace con fuerza y varias novedades. El Gobierno ha visto que su ala de extrema izquierda, Unidas Podemos, ha sido objeto de crecientes sospechas sobre diversas irregularidades. En el Partido Popular se ha producido un cambio muy comentado con la destitución de la portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo. Esto plantea incógnitas sobre si se trata de una sustitución de personas en la dirección del partido o de un viraje más profundo en su estrategia política, que podría poner en cuestión la supuesta renovación anunciada por Pablo Casado. Si fuera este último caso, ello podría impactar en los planteamientos de los otros dos partidos del centro-derecha, Ciudadanos y también VOX, que va a presentar en el Congreso una moción de censura.

Tenemos, pese a todo, tres motivos para el optimismo: los datos, la ciencia y la experiencia.

Los datos nos permiten confiar en que no regresaremos al mismo pasado que hemos dejado atrás, porque las cifras de la enfermedad no son tan malas como en el apogeo de la pandemia.

El segundo motivo, el progreso de la ciencia, nos permite confiar en que se acerca la fecha de la llegada de la vacuna.

Y el tercer motivo para el optimismo es la larga experiencia que sugiere que si lo bueno se acaba, lo malo también.

Opinión

Return, to where?

Carlos Rodríguez Braun

The holidays are coming to an end, as nearly everything that is good does.

In normal circumstances, we would use the language of returning and would talk of going back home, to work, to study and the normal things we all have to do.

The problem is that this year we don’t know where we are going back to. So we will be returning to an uncertain destination and, as the old tango by Gardel says, “with a wrinkled forehead”.

Indeed, the bad news about the economy that we have seen during the summer has come on top of the health figures, and an increase in infections.

Two fundamental activities for most people, work and education, are being especially affected by the outbreaks and by the lack of a clear horizon about how things can start up again in September.

Politics also returns in these last days of August, and is doing so in force and with several novelties. The government has seen that its far left wing, Unidos Podemos, has been the subject of growing suspicions about different irregularities. There has been a much talked-about change in the Partido Popular with the removal of the parliamentary spokesperson Cayetana Álvarez de Toledo. That raises questions about whether this is a replacement of people in the party leadership or a deeper shift in its political strategy, which could call into question the supposed renewal announced by Pablo Casado. If the latter, that would have an impact on the proposals of the other two centre-right parties, Ciudadanos and also VOX, which is going to present a motion of no confidence in Congress.

But despite everything, we have three reasons for optimism: data, science and experience.

The data allows us to trust that we will not return to the same past that we left behind, because the figures for the illness are not as bad as they were at the peak of the pandemic.

The second reason, the progress in science, allows us to trust that the date when a vaccine is found is getting closer.

And the third reason for optimism is the long experience which suggests that if good things come to an end, bad things do as well.