Mociones y elecciones
Las mociones de censura siempre tienen una obvia dimensión electoral, pero la última que vimos en el Congreso de los Diputados mostró esa dimensión en un grado notable. En efecto, dada la situación política, y la cercanía de las elecciones, la primavera está particularmente politizada. El profesor Ramón Tamames comentó al final de la moción que lo que allí había tenido lugar no había sido una sesión parlamentaria, sino un mitin electoral.
De hecho, fueron varios mitines, e incluso contemplamos a una nueva candidata a la presidencia del Gobierno, Yolanda Díaz, que pronunció un discurso que parecía el de su propia proclamación, a expensas de Unidas Podemos, cuyas ministras no podían ocultar su malestar.
Pedro Sánchez realizó otro mitin, prolongado y autocomplaciente. El PP hizo asimismo lo que se esperaba, y también en clave electoral: no podía darle a Vox la ventaja y el protagonismo, y tampoco podía rechazar la moción, con lo cual se abstuvo. En cuanto a Vox, su interés electoral era reforzar su marca, algo debilitada dado el creciente respaldo ciudadano al PP y a Alberto Núñez Feijóo, que revelan las encuestas. Y lo consiguió.
Ahora bien, si una moción de censura, por definición, debe exponer las deficiencias del Gobierno: ¿cabe decir que la de Vox/Tamames tuvo éxito?
La respuesta creo que es afirmativa. El PP y Ciudadanos –Inés Arrimadas estuvo brillante en su crítica– denunciaron con firmeza la mala gestión de Sánchez y sus socios. Y otro tanto hizo Santiago Abascal por parte de Vox.
En cuanto al candidato, demostró que había sido una buena idea que Vox lo designara, siendo un independiente. Con unas formas exquisitas, muy diferentes de las de algunos representantes de la izquierda, en especial Patxi López del PSOE, señaló los más graves errores del Gobierno: la manipulación de la historia, los ataques a los empresarios, el intervencionismo generalizado, el aumento de la deuda y los impuestos, el aliento a la división entre los españoles, y el abuso de poder –estuvo muy acertado cuando afirmó que Montesquieu es para el Gobierno “un visitante molesto”.
Mientras la izquierda y los nacionalistas le respondían con demagogia y a veces con poco respeto, Tamames les respondió con tino, buenas maneras, y brevedad. No podemos dejar de reivindicar, por último, a las personas mayores: el próximo 1 de noviembre cumplirá, Dios mediante, 90 años.
Votes of no confidence and elections
Votes of no confidence always have an obviously electoral dimension, but the last one we saw in the Spanish Parliament showed that dimension to a notable extent. In fact, given the political situation, and how close the elections are, this spring is particularly political. Professor Ramón Tamames stated at the end of the vote of no confidence that what had taken place there had not been a parliamentary session but rather an electoral meeting.
In fact, there were several meetings, and we even saw a new candidate for the presidency of the Government, Yolanda Díaz, who gave a speech which seemed like her own proclamation, at the expense of Unidas Podemos, whose female ministers could not hide their unease.
Pedro Sánchez held another meeting, long and self-indulgent. The PP also did what was expected, and also in an electoral way: it could not give Vox an advantage and the limelight, and nor could it reject the vote of no confidence, so it abstained. As for Vox, its electoral interest was to strengthen its brand, somewhat weakened given the grown civic support for the PP and Alberto Núñez Feijóo, shown in surveys. And they achieved it.
However, a vote of no confidence, by its very definition, needs to display the shortcomings of the Government: can it be said that Vox/Tamames succeeded with theirs?
I believe that the answer is affirmative. The PP and Ciudadanos –Inés Arrimadas was brilliant in her critique– strongly condemned the poor management of Sánchez and his associates. And in turn, Santiago Abascal did so for Vox.
As for the candidate, he showed that it had been a good idea for Vox to choose him, as an independent. With exquisite manners, very different to those of some representatives of the left, especially Patxi López of the PSOE, he pointed out the most serious errors of the Government: the manipulation of history, attacks on businesspeople, widespread interventionism, the increase in debt and taxes, the encouragement of division among Spaniards, and the abuse of power -he was very correct when he stated that for the Government, Montesquieu is an “annoying visitor”.
Meanwhile, the left and nationalists responded with demagogy and sometimes with little respect, Tamames responded with tact, good manners and brevity. Lastly, we cannot stop vindicating elderly people: on 1 November, God willing, he will celebrate his 90th birthday.