Espías y políticos, por Carlos Rodríguez Braun

Opinión

El espionaje es, por definición, una actividad secreta. Sin embargo, hemos asistido en España durante las últimas semanas al insólito espectáculo de que los espías han estado sobre el tapete público, y han sido objeto de debate en el Parlamento, en los medios de comunicación, y en las conversaciones cotidianas de los ciudadanos. Como corresponde a una historia de misterio, algunas cosas sabemos, y otras no.

Carlos Rodríguez Braun

Sabemos que la tecnología israelí Pegasus, de ciberespionaje, y al parecer solo accesible a compradores oficiales de los Estados, fue utilizada para intervenir los teléfonos móviles de políticos. Supimos primero que esos políticos eran independentistas catalanes, pero después nos enteramos de que fueron espiados la ministra de Defensa, Margarita Robles, y hasta el presidente, Pedro Sánchez.

Supimos que el Centro Nacional de Inteligencia había efectivamente espiado a políticos nacionalistas catalanes, aunque no a todos los que denunciaron esa invasión. Lo hizo con la correspondiente autorización judicial; dicho espionaje parece razonable, dados los desafíos de los independentistas el Estado español. Por fin, supimos que la directora del CNI, Paz Esteban, había sido cesada.

A partir de este punto, hay solo incógnitas y sospechas. ¿Quién pudo espiar sin autorización? Se ha rumoreado que pudo ser el servicio secreto marroquí, o hasta el ruso, pero no hay pruebas. El Gobierno español ha negado tener responsabilidad alguna en el asunto, presentándose, oportunamente, como víctima de “un fallo en la seguridad de las comunicaciones”, según afirmó Sánchez, que presumió de “absoluta transparencia ante la opinión pública”.

La oposición, sin embargo, rechazó sus planteamientos, sobre la base de dos argumentos de cierto peso. Por un lado, no es creíble que el Gobierno no supiera nada de todo esto. Y, por otro lado, nadie del Ejecutivo explicó bien por qué la señora Esteban fue destituida.

Todo indica que su cese fue el precio que ha debido pagar Pedro Sánchez para seguir gobernando, porque necesita el apoyo de los independentistas catalanes. Sin embargo, esta motivación, bastante clara, es algo que, por mucha transparencia que pretenda, Pedro Sánchez no puede reconocer.

Opinión

Spies and politicians

Carlos Rodríguez Braun

Espionage is, by definition, a secret activity. However, in Spain, over the last few weeks we have witnessed the extraordinary spectacle of spies being on the public tablet, and they have been debated in Parliament, in the media, and in the daily conversations of citizens. As befits a mystery story, we know somethings, and others we do not.

We know that the Israeli technology Pegasus, for cyber-espionage, seemingly only accessible for official state buyers of States, was used to interfere with the mobile phones of politicians. First, we found out that those politicians were Catalan independence supporters, but then we found out that the Minister of Defence, Margarita Robles, and even the president, Pedro Sánchez, were spied on.

We found out that the National Intelligence Centre had indeed spied on Catalan nationalist politicians, although not on all of them who had condemned the invasion. It did so with the corresponding judicial authorisation; the espionage seems reasonable, given the challenge of the independence supporters to the Spanish State. Finally, we found out that the director of the CNI, Paz Esteban had been dismissed.

From that point on, there are only mysteries and suspicions. Who could have spied without authorisation? There have been rumours that it could have been the Moroccan secret service, or even the Russians, but there is no evidence. The Spanish Government has denied having any responsibility for the use, presenting itself, conveniently as a victim of “a fault in the security of communications” according to Sánchez, who claimed “complete transparency in the face of public opinion”.

However, the opposition rejected its approaches, on the basis of two arguments of a certain weight. On one hand, it is not credible that the Government knew nothing about all of this. And, on the other, nobody in the Executive properly explained why Ms Esteban was dismissed.

Everything indicates that her dismissal was the price that Pedro Sánchez had to pay to keep governing, because he needs the support of the Catalan independence supporters. However, that motivation, quite clear, is something that, however transparent he claims to be, Pedro Sánchez cannot acknowledge.