Casas y problemas, por Carlos Rodríguez Braun

Sotogrande

El Gobierno ha asegurado que va a resolver el problema de la vivienda en España. No es el primero ni será el último que lo intenta, sin éxito. La mala noticia es que ahora las autoridades pretenden empeorar mucho el problema. La buena noticia es que quizá no lo consigan.

Carlos Rodríguez Braun

La anunciada ley de vivienda pretende limitar el precio de los alquileres en las llamadas “zonas tensionadas”, tanto a empresas como a particulares, aumentar el IBI de las viviendas vacías, y obligar a las nuevas promociones a reservar el 30 % de los pisos a viviendas protegidas. El ataque a la libertad y a la propiedad privada es tan evidente que la reacción social y empresarial fue inmediata, y proliferaron las advertencias sobre el riesgo que el intervencionismo y la inseguridad jurídica plantean a los inversores.

Puede cumplirse la ley de las consecuencias no previstas, y las medidas intervencionistas pueden tener el efecto contrario al esperado, reduciendo la oferta y presionando los precios al alza. Todo ello “hará inútil el caramelo populista anunciado por Pedro Sánchez en forma de bono para pagar el alquiler para los más jóvenes”, como editorializó el diario Expansión.

La oposición se apresuró a criticar la iniciativa, y el presidente del PP, Pablo Casado, advirtió que, una vez aprobada, la ley será recurrida por su partido ante el Tribunal Constitucional.

En nuestra comunidad andaluza, el presidente Juanma Moreno rechazó la posible ley por intervencionista, porque ya ha fracasado en otros países, y, precisamente, porque es lesiva para los intereses de quienes pretende proteger. La solución, apuntó Moreno, es propiciar una mayor oferta, pero no imponerla: “no se le puede decir a un promotor de vivienda lo que tiene que hacer, ni al propietario”.

Varias fuentes del Gobierno nacional aclararon que no se pretende expropiar a los ciudadanos ni a las empresas, pero la filosofía de las medidas que hemos conocido va en esa dirección. De ahí la importancia del papel de las autonomías y los municipios, que en el caso de los gobernados por el centro-derecha, ya han declarado que no las aplicarán.

Sotogrande

Homes and problems

Carlos Rodríguez Braun

The Government has stated that it is going to resolve the housing problem in Spain. It isn´t the first time and won´t be the last that it tries it unsuccessfully. The bad news is that now the authorities intend to make the problem much worse. The good news is that perhaps they won´t manage to.

The announced housing law intends to limit the price of rentals in so-called “tense areas” for both companies and individuals, increase the Property Tax on empty properties, and force new developments to reserve 30% of the flats for social housing. The attack on freedom and private property is so clear that the social and business reaction was immediate, and warnings spread about the risk that interventionism and legal insecurity pose to investors.

The law of unforeseen consequences may be fulfilled, and interventionist measures may have the opposite effect to the expected one, reducing the offer and push prices upward. All of this “will make the populist sweet announced by Pedro Sánchez in the form of a discount for paying the rental for young people useless” as the newspaper Expansión outlined in its editorial.

The opposition rushed to criticise the initiative, and the president of the PP, Pablo Casado, warned that, once approved, the law will be appealed by his party before the Constitutional Court.

In our Andalusian community, the president Juanma Moreno rejected the possible law as interventionist, because it has already failed in other countries, and, precisely because it is damaging to the interests of those it aims to protect. The solution, stated Moreno, is to encourage a greater offer, but not to impose it: “you cannot tell a property developer or the owner what they have to do”.

Various national Government sources explained that the aim is not to expropriate citizens or companies, but the philosophy of the measures we have learned about is heading in that direction. Hence the importance of the role of the autonomous communities and municipalities, which in the case of those governed by the centre-right, have already declared that they won´t apply them.