'Vodevil hipotecario', por Carlos Rodríguez Braun

Carlos Rodríguez Braun

Las idas y venidas a propósito de quién iba a terminar pagando el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados en el caso de los préstamos hipotecarios puede ser calificada de vodevil, por lo que tuvo de frivolidad, ligereza, intriga y equívoco. Por desgracia, no se trató de un teatro de variedades sino de la dura realidad de nuestra política y nuestras instituciones.

Carlos Rodríguez Braun

Estas últimas brindaron un triste espectáculo, empezando por el Tribunal Supremo, que actuó de manera lamentable, justo en el sentido contrario a lo que debería ser su misión principal: la seguridad jurídica, el equilibrio y la sensatez. Al final, los ciudadanos, y en particular los agentes económicos y los inversores, quedaron con la impresión de que en España la ley no es el amparo del ciudadano sino un péndulo que oscila primero en un sentido y luego en otro.

Pero tampoco los legisladores cumplieron con su papel, puesto que todo indica que las normas que establecieron estaban abiertas a interpretaciones contradictorias.

El tercer poder, el Ejecutivo, reveló que la demagogia y el populismo no están circunscritos a la izquierda radical de Podemos. En efecto, resultaron bochornosas las prisas del Gobierno de Pedro Sánchez para salir a la palestra y aclarar que todo iba a quedar resuelto a golpe de decreto para que “paguen los bancos y nunca más los ciudadanos”.

Por supuesto, no es verdad. Nadie puede suponer que si se aplica un impuesto a las empresas, eso no tiene consecuencias. Al contrario, lo lógico es que acabe trasladándose a los ciudadanos en función de diversas variables, en especial el grado de competencia del sector.

Como señalé antes, no fue un divertido vodevil sino el triste mundo real. Sin embargo, igual que en las comedias románticas, tuvo en un cierto sentido un final feliz. No porque los ciudadanos no vayan a pagar más el impuesto, que lo seguirán pagando, de una u otra forma, sino porque la confusión se despejó, por el momento, y la incertidumbre quedó atrás, aunque con un apreciable daño institucional.

También respiró aliviado un personaje clave del drama, pero que había permanecido semi-oculto. El personaje que más habría sufrido si llega a imponerse la retroactividad del pago del impuesto a cargo de la banca: las comunidades autónomas.


Mortgage Vaudeville

Carlos Rodríguez Braun

The comings and goings about who would end up paying Stamp Duty in the case of mortgage loans could be classed as vaudeville, in terms of its frivolity, levity, intrigue and misunderstanding. Unfortunately, this was not variety theatre but rather the harsh reality of our politics and our institutions.

The latter offered a sad spectacle, beginning with the Supreme Court, which acted in a regrettable way, precisely in the opposite way of what its main mission should be: legal security, balance and good sense. Ultimately, citizens, particularly economic agents and investors, were left with the impression that in Spain the law does not protect citizens, rather, it is a pendulum that first swings one way and then another.

Nor did the legislators fulfil their role, given that everything indicates that the rules they established were open to contradictory interpretations.

The third power, the Executive, revealed that demagogy and populism are not limited to the radical left of Podemos. Indeed, it was embarrassing to see the haste of Pedro Sánchez´s Government to enter the limelight and clarify that everything would resolved with a decree in order for “the banks to pay and never the citizens again”.

Of course, it isn´t true. Nobody can assume that if a tax is applied to companies it will not have consequences. On the contrary, the logical thing is for it to end up being passed on to citizens according to different variables, especially the degree of competence of the sector.

As I stated previously, it was not a fun vaudeville show but rather the sad real world. However, just like in romantic comedies, it did in a certain sense have a happy ending. Not because citizens are not going to pay more tax, which they will continue to pay, in one way or another, but rather because the confusion was cleared up, for the moment, and uncertainty was left behind, although with notable institutional damage.

One key character in the drama also breathed easy, one that had been half-hidden. The character who would have most suffered if the retroactivity of the payment of the tax to the bank had been imposed: autonomous communities.