Charlamos con Valentín de Madariaga
"Sotogrande es un lugar único e irrepetible. Hay que cuidarlo"
Subimos al punto más alto de Sotogrande en busca de uno de los arquitectos más prestigiosos del país, Valentín de Madariaga. A su casa en Sotogrande la llama Los Picapiedras. Un divertido nombre con el que se hace honor al terreno rocoso sobre el que se alza la villa. Una ladera, que enamoró al arquitecto hasta tal punto de hacer girar todo el proyecto en torno a una gran roca, la que corona la piscina dejando claro, de un solo vistazo, que no se está ante un lugar cualquiera.
El arquitecto nos abre las puertas de este impresionante lugar para, además de dejarnos totalmente fascinados por su belleza, regalarnos un rato de charla de los que merecen la pena...
¿Cómo llegó Valentín de Madariaga a Sotogrande?
Lo conocía, prácticamente, desde sus orígenes porque, muy cerca, mi familia tenía otro desarrollo de Interés Turístico Nacional llamado Guadacorte.
Pero, realmente, a Sotogrande, llegué por motivos sentimentales. Comencé a salir con una señorita, que había vivido sus primeros años en la urbanización, de la que su padre había sido director comercial entre 1966 y 1968. Carmen Brujó.
Me casé con ella en 1990, en Sotogrande, en el Cortijo Paniagua, en la iglesia antigua. El enlace lo ofició el querido Padre Artacho y lo celebramos en el Cortijo Los Canos. De aquello hace ya 28 años y seguimos felizmente casados.
Conocedor profundo de la urbanización, ¿qué la convierte en un lugar único?
Que fue pensada por americanos. Sotogrande fue grandioso desde sus inicios, tenía una autovía en la avenida Paniagua en unos tiempos en los que, en todo el país, había tres tramos de ese tipo.
En aquella época, se hicieron otras urbanizaciones de lujo, como Vistahermosa o Guadalmina. No tengo nada en contra, pero no se pueden comparar. Sotogrande es de lo mejor del mundo. Un destino que, además, hoy, sería imposible hacer realidad.
¿Cómo definiría la arquitectura de Sotogrande?
Tuvimos la suerte de que, al principio, todas las familias que llegaron a Sotogrande quisieron hacer sus casas con firmas de primer nivel, Pichichi Gutiérrez Soto, Chomín Domínguez, Óscar Tusquets o Alfonso Zóbel entre otros. Hubo arquitectos muy importantes, que dibujaron un paisaje excepcional. Casas de un nivel altísimo, pero cero ostentosas, gracias a Dios.
Lee la entrevista completa y, de paso, disfruta de la última edición:
https://issuu.com/hcpgroup/docs/rsg_97/30