Sintra, un paraje de cuento

La villa portuguesa de Sintra. Una lugar único, especial y lleno de magia en el que descubrir durante una romántica escapada los secretos que esconde en cada detalle, palacio o rincón.

 Conocer a Sintra supone un viaje al pasado, una aventura llena de impresionantes paisajes, miradores, pasadizos, castillos y novelescos escenarios imposibles de encontrar en otro lugar. Una pequeña joya portuguesa, situada a pocos kilómetros de Lisboa, en un privilegiado entorno natural. Sintra bien podría ser “un país muy muy lejano…”; por ser perfectamente un paraje de cuento.

Su acceso es relativamente sencillo, se puede alcanzar bien por medios propios (con diferentes zonas habilitadas para vehículos) o hacerlo desde la propia Lisboa en transporte público, ya que cuenta con numerosas conexiones y amplios horarios orientados a llevar al turista a la ‘ciudad de los castillos’; tanto en autobús como en tren (el medio más recomendable).

Una vez en el centro de la ciudad, el intrépido viajero puede optar por recorrer a pie, a modo de ruta, los diferentes castillos y espacios monumentales o valerse de los diferentes transporte y rutas para visitantes (la orografía es muy pronunciada y es lo más aconsejable para disfrutar de todos sus rincones si la estancia es corta).

En pleno casco de Sintra se encuentra el Palacio Nacional, construido en el siglo XVI y mandado levantar por el Rey Joao I. Sus dos impresionantes chimeneas gemelas lo hacen fácilmente inidentificable. Una visita casi obligada para conocer el ambiente palaciego del Portugal de la época y uno de los castillos que mejor conserva el mobiliario y los objetos propios de su tiempo.

Desde la explanada que forma el patio de entrada al Palacio se puede apreciar el maravilloso paraje natural en el que se enmarca Sintra, con unas privilegiadas vistas hacia la cima de dos colinas muy cercanas, casi hermanas, en la que se alzan los grandes guardianes de la Villa: el mítico Castillo da Pena y el Castelo dos Mouros [Castillo de los Moros], el más antiguo del enclave.

La siguiente parada se sitúa en uno de los espacios más especiales y mágicos de Sintra, el Palacio da Regaleira. Un complejo en el que construcción y naturaleza se funden, confunden y conviven en perfecta armonía creando al visitante una sensación abrumadora de intriga, misterio y afán aventurero.

La Quinta da Regaleira conserva entre piedra y tierra un sentido místico muy particular, debido a una concepción única (que muchos vinculan con la posible relación masónica de sus precursores) en la que se mezclan largos senderos, frondosas zonas de vegetación, lagos, pozos imposibles, laberintos, grutas, palacios, capillas y torres miradores.

Carvalho Monteiro, ayudado por el italiano Luigi Manini, levantaron un lugar enigmático lleno de secretos y detalles por descubrir. Desde el propio palacio con pasadizos, rutas que conectan todos los puntos del entorno natural, el pozo iniciático, el pozo imperfecto o los laberintos bajo la cascada, hacen vivir al visitante una experiencia irrepetible.

La marcha continúa en la búsqueda de los puntos más elevados del terreno. Tras la parada en el Castillo de los Moros, en el que la roca exhibe en toda su dimensión su fortaleza al paso del tiempo, el Castillo da Pena, una de las perlas de Sintra, aguarda al inquieto viajero.

Su luminosidad y variedad de colores en las diferentes naves lo convierten en uno de los ejes centrales de la visita y en la gran seña de identidad de Sintra. Levantado a mitad del siglo XIX por Fernando II de Portugal, muestra el estilo romántico portugués de la época; con sus impresionantes fachadas, balcones imponentes y salones y estancias del más exquisito aroma cortesano.

Su gran arco y portalón de entrada, miradores, patios y almenaras. Cualquier rincón es bueno para perderse, mirar el horizonte y notar el aire frío en la cara desde su impresionante atalaya. Aunque eso sólo es la antesala de un palacio real en el que se conservan, con todo lujo de detalles, las principales estancias monárquicas. Salones, comedores y alcobas reales trasladan al visitante a un peculiar escenario decimonónico.

El Palacio de Monserrat, con sus singulares jardines; el solemne Convento dos Capuchos o el Chalet de la Condesa, una joya en arquitectura y ‘nido de amor’ de Fernando II, completan un recorrido único por el paraje de Sintra. Incluso los más osados, pueden prologar la aventura hasta Cascaes y alcanzar el mar para besar el Océano Atlántico.

Sintra, un lugar para perderse, enamorarse y vivir una experiencia de otro tiempo. Un lugar de cuento.