Entrevista en exclusiva, con Carlos Pacheco

“He llegado mucho más allá de mis sueños”

Por Carlos Morcillo Mira

Celebrada con éxito pese a las dificultades causadas por la pandemia, uno de los acontecimientos más atractivos de la XXI Semana Internacional de Cine Fantástico de la Costa del Sol ha sido la entrega del premio Azpiri 2020 al sanroqueño Carlos Pacheco, probablemente el dibujante de cómics (o historietas, como a él le gusta llamarlas) más internacional de la historia de nuestro país, con una dilatada experiencia en los dos grandes trasatlánticos de la industria del noveno arte: DC y Marvel, y una condición de leyenda que contrasta con la humildad y cercanía propia de la gente de nuestra tierra.

Carlos Pacheco

Pregunta. Enhorabuena por ese merecidísimo Premio Azpiri al mejor dibujante 2020 en la Semana Internacional de Cine Fantástico de la Costa del Sol, tan cerquita de donde naciste y creciste. ¿Te sientes ya profeta en tu tierra?

Respuesta. Me siento muy querido en mi ciudad, y honradísimo tanto de este premio como de que se me hayan concedido varias distinciones no sólo en San Roque sino también en el Campo de Gibraltar y en la provincia, entre ellas el ser considerado hijo predilecto de la ciudad de San Roque y que en ella haya una avenida con mi nombre. Pero realmente de lo que más orgulloso me siento es de sentirme un vecino más de mi ciudad, caminar por ella, saludar a mis amigos y seres queridos, y poder seguir siendo quien siempre he sido. Eso es impagable.

Tu “bio” oficial dice que empezaste a hacerte un nombre dibujando portadas Marvel para las ediciones españolas de Planeta, a mediados de los ochenta. ¿Cuándo llegaste a pensar que podrías llegar a ser alguien tan importante en esto?

Lo cierto es que mis sueños acabaron en el momento en el que yo enseñé mis trabajos en la editorial, Marvel o DC, y me aceptaron como un dibujante más. Todo lo que ha venido después de eso es algo que ha ido mucho más allá de mis sueños. En ningún momento tuve la sensación de que iba a conseguir esta relevancia, simplemente siempre quise que el dibujo de historietas fuese mi vida, y así ha sido.

Has pasado un par de veces de DC a Marvel, y viceversa, los dos grandes monstruos de la industria del cómic. ¿Qué te ofrecía cada una que no tuvieras en la otra, obviando el plano económico?

El deseo de pasar de una editorial a otra no cumple más razón (obviando, claro está, que se trata de mi trabajo) que la del amor que siento por los personajes de ambas compañías. No tengo afinidad personal por unos personajes más que por otros, crecí leyendo las historietas de ambas editoriales y para mí las dos tienen la misma relevancia. Cuando uno quiere al género de los superhéroes tanto como yo es lógico que quiera pasar por ambas editoriales.

Has dibujado algunos de los personajes más importantes de la cultura popular: Superman, Los 4 fantásticos, Los vengadores, Linterna verde…¿Tienes alguna espina clavada o asignatura pendiente?

Siempre hay personajes, o alguna colección, que a uno le gustaría tocar. El tiempo es limitado y no hay ocasión de trabajar con todo lo que uno quisiera. Curiosamente no suelen ser los grandes personajes más conocidos, que he tenido la suerte de tocarlos casi todos, sino que me atraen los personajes oscuros, menos conocidos, que en un momento determinado me pudieron interesar como aficionado y por los que me gustaría recuperar esa vigencia puntual que pudieron llegar a tener en algún momento.

En otros tiempos, los tebeos fueron una afición muy de chavales de barrio, de clase obrera. Pero hoy en día y con las políticas de precios de las distribuidoras casi se ha convertido en un lujo…

Es cierta esa consideración proletaria de la historieta, también a nivel profesional. Hay otros medios que necesitan una infraestructura para aprender el lenguaje e iniciarse en el trabajo, mientras que para dibujar una historieta simplemente necesitabas papel y lápiz. Seguramente por eso el gran Carlos Giménez la definió como el cine de los pobres. Ahora eso ya no es así. El grueso de lectores de historietas son gente con preparación media-alta, personas que han tenido la oportunidad de ir a la universidad ya desde los años 70 y hoy día son profesionales reputadísimos que ocupan cargos y estamentos que en otras épocas ni se soñaba que un lector de cómics pudiese ocupar. Hasta el propio ex presidente Barack Obama tuvo a bien hacerse más de una foto en el despacho oval con un buen lote de cómics sobre la mesa. Esto quiere decir que no sólo ha cambiado el perfil de lector de cómics sino que el cómic ha ido cambiando con él y se ha convertido en un producto mucho más exigente a nivel técnico y artístico. Eso también ha influido, por supuesto, en los precios, ahora más elevados porque se tiene claro que el público de las historietas tiene un poder adquisitivo medio-alto, y ya no es tanto el chaval que acaba de cobrar la paga de su padre.

Al hilo de esto, da la sensación de que hoy en día cualquier chaval aficionado a los cómics es etiquetado como “friki”, un término cuyo uso se ha desvirtuado muchísimo de un tiempo a esta parte.

El fenómeno del frikismo hoy en día es muy distinto, y no creo que defina al aficionado a las historietas. El friki de hoy en día es un consumidor transversal, multimedia, que no creo que esté interesado en la profundización. Se interesa por unos personajes o historias que le hacen saltar de medio a medio buscando un vínculo con una historia o franquicia. Ese tipo de lector siempre ha existido, solo que hoy la oferta multimedia es mucho mayor. Los aficionados a los superhéroes antiguamente sólo podían encontrarlos en las historietas, y ahora están en otros medios. El lector tradicional español siempre ha estado más interesado en la historieta, en el medio (conocer dibujantes, guionistas, etc) que en personajes concretos. El vínculo con los personajes se lo daban la técnica y los autores. Hoy en día eso tampoco es así, el lector asume un vínculo con un determinado personaje, se siente en cierto modo representado y lo consume de una manera o de otra. Por tanto, hoy en día el término friki no define para nada al lector interesado en la historieta, como no lo hace con alguien que esté realmente interesado en la literatura o el cine.

Carlos Pacheco

También hemos podido ver en el festival una exposición sobre “Arrowsmith”, tu proyecto personal junto al guionista norteamericano Kurt Busiek que ahora retomas. Un cómic de tintes clásicos y me atrevo a decir que con cierta inspiración francobelga…

La escuela francobelga, y la revista Pilote en concreto, es la primera que tiene un gran impacto en mí, mucho antes que Marvel, que llega a España cuando yo era relativamente mayor. El consumo de historietas que yo hacía antes se basaba en tebeos como “Michel Tanguy”, de Uderzo, “Blueberry” de Charlier y Guiraud, Barbarroja…grandes personajes de la historieta europea. Incluso autores españoles como Carlos Giménez, con “Dani Futuro” o “Delta 99”. Lógicamente yo quería hacer algo que tuviera vínculo con esa escuela historietística, y probablemente esa es la razón de que Arrowsmith sea distinto a otros cómics norteamericanos.

Para acabar, y ya que esta sección suele estar protagonizada por el cine, me gustaría saber tu opinión acerca de la tremenda burbuja creada en torno a las películas de superhéroes. ¿Te quedas con la anarquía del proyecto cinemático de DC o la calculada facturación de películas en serie del Universo Marvel?

Estoy de acuerdo en que hay una cierta anarquía en el proyecto DC y un cálculo excesivamente meditado en Marvel. Me quedo con que de esa anarquía de DC va a salir algo muy interesante, probablemente sin que se lo hayan planteado. DC tiene la oportunidad de trasladar al cine lo que la hizo grande en los cómics: el concepto de multiverso. El hecho de que existan distintos Batman, distintos Superman y que tarde o temprano acabemos viendo a Ben Affleck enfrentándose a Michael Keaton o Christian Bale. Creo que puede haber una vía comercial interesante a partir de esa anarquía si DC mueve bien los hilos de su universo, más allá de intentar ser una mera réplica de lo que le funciona a Marvel. Tengo la sensación de que tarde o temprano se darán cuenta de la jugada.