CAPRICHOSA BELLEZA
Tenerife es de esos destinos en los que, nada más llegar, uno sabe que va a disfrutar. Coronada por el imponente volcán Teide, la isla nos da la bienvenida con un sol radiante y un clima excepcional. Algo, que, nos aseguran, se repite, casi, todos los días del año debido a la proximidad del desierto africano del Sahara.
Tenemos poco tiempo y muchas ganas de descubrir cada palmo de esta isla, la mayor del Archipiélago Canario. Queremos disfrutar de sus playas, de sus pintorescos pueblos, sus increíbles paisajes y, por supuesto, de su famosa gastronomía.
Comenzamos nuestro recorrido interesándonos por el gigantesco Pico del Teide, que, con sus 3.718 metros de altura, es el punto más elevado de toda España. En torno al volcán, situado en el centro de la isla, se alza uno de los platos fuertes de Tenerife: El Parque Nacional del Teide. La nieve del pico junto a las coladas de lava que se derraman por sus laderas forman una combinación única imposible de imaginar.
Es muy recomendable optar por el teleférico para subir a la estación superior. Una vez allí, un sendero parte hacia el cráter. Cuarenta intensos minutos de ascenso para tocar el techo del país. Merece la pena. Y, si el día está despejado, la cima regala al visitante las más bellas panorámicas de Gran Canaria, La Palma, El Hierro y La Gomera. Para disfrutar de esta inolvidable experiencia es necesario obtener un permiso especial que se solicita gratuitamente en la web www.reservasparquesnacionales.
Después de esta fabulosa experiencia visual seguimos nuestra ruta, esta vez en busca de las mejores playas que bañan la isla. Al norte nos enamoramos del Bollullo. Una hermosa playa de arena volcánica enmarcada en un singular entorno de acantilados. En la costa norte de Tenerife, el litoral es muchas veces accidentado y abundan los acantilados formados por espectaculares coladas volcánicas. En ocasiones, este litoral ofrece insólitos lugares para el baño, como en el Charco de la Laja, en la costa del municipio de San Juan de la Rambla. Una piscina natural creada entre restos de pasadas erupciones volcánicas que alcanzaron el mar.
Al sur, nos sorprende gratamente El Médano, la playa más extensa de la Isla con dos kilómetros de longitud. Su fina arena rubia invita a pasear hasta su límite sur, donde se alza un peculiar cono volcánico, Montaña Roja, que es espacio natural protegido por su alto valor ecológico.
La playa de los Cristianos en Arona, la de Fañabe en la Costa Adeje o la de las Teresitas en Santa Cruz de Tenerife son solo algunas de las paradas más que completan la interminable lista de playas por visitar en esta isla
En busca de la cultura y la historia de Tenerife, realizamos parada en El Puerto de la Cruz. Una ciudad cosmopolita, pero que ha sabido mantener intacta toda su esencia marinera.
Merece la pena reservar unas horas para explorar sus más bellos rincones. Desde la concurrida plaza del Charco, hasta edificios de alto valor histórico como la casa Miranda, el hotel Marquesa, la ermita de San Telmo o la Casa de la Aduana. Y, para terminar el paseo, nada mejor que darse una vuelta por el barrio pesquero de La Ranilla, junto al muelle.
Algo más lejos se sitúa el Jardín Botánico, creado en el siglo XVII para la aclimatación de las especies vegetales traídas desde América, África y Asia.
Para degustar la gastronomía Canaria, optamos por salir en busca de los populares ‘guachinches’, repartidos al norte de Tenerife. Locales muy familiares montados en pequeñas bodegas, viejos garajes o, incluso, el salón de una antigua casa en los que probar la verdadera comida casera de esta tierra. Su alta popularidad hace que siempre estén llenos de tinerfeños, algo que de sobra nos vale de garantía.
Como grandes amantes del golf, no podemos marcharnos de la isla sin conocer sus campos. Tenerife posee una amplia oferta en este sentido con nueve recorridos repartidos de norte a sur. Hacemos parada en el Real Club de Golf de Tenerife, para concer el segundo recorrido más antiguo del país.18 magníficos hoyos de calles onduladas que ascienden frente a unas espectaculares vistas al Teide. Sin duda, el mejor broche para cerrar esta breve escapada estival a la isla donde siempre es verano.