Barcelona, un paseo infinito

Segunda ciudad de España y décima entre las más pobladas de la Comunidad Europea,  Barcelona se ofrece al visitante como un caleidoscopio de posibilidades, casi infinita en su oferta de paisajes, edificios, calles o ambientes. Referente mundial e imán de turistas de medio mundo, caminar por Barcelona se convierte en creación personal de quien la construye paso a paso y a la medida de sus sensibilidades y querencias.

Referente mítico de personajes de ficción como el detective gastrónomo Pepe Carvalho, obra maestra de Manuel Vázquez Montalbán, que le hizo comprar incansable en el mercado de La Boquería, Barcelona es, sobre todo, la ciudad donde el arquitecto Antonio Gaudí elevó sus estructuras más conocidas, empezando por la personalísima Sagrada Familia, eternamente en construcción, y continuando con otros no menos importantes ejemplos del modernismo catalán, tales como el Parque Güell, La Pedrera o la Casa Batlló.

De la mano de Gaudí Barcelona se ha hecho universal por penúltima vez, aunque la ciudad no se abarca tan fácilmente. Antes al contrario, el caminante redescubre su fisonomía a cada paso que da a lo largo de las Ramblas, otro mundo inasible y habitado de innúmeros actores que hacen el don Tancredo con mil nuevas apariencias; de floristerías, de tiendas y de personajes populares que hicieron a otro escritor titular una de su novelas como ‘La Ciudad de los Prodigios’, en alusión tal vez a estas maravillas cotidianas que pueblan la urbe.

Literario es también el mercado más conocido de Barcelona, la Boquería de los mil olores y sabores, depositario de la sabiduría popular en lo que a cocina y mercaderías comestibles se refiere, corazón de la ciudad y de las propias Ramblas, exponente de la variedad que le garantiza estar ubicado tan cerca del que es uno de los grandes puertos del Mediterráneo.

Barcelona se construye a sí misma en torno al Ensanche, esa gran idea de urbanización moderna que ideó Ildefonso Cerdá como ampliación del casco antiguo y convertido ya él mismo en monumento histórico de esta ciudad plagada de edificios considerados ‘Patrimonio de la Humanidad’, entre ellos, por supuesto, los arriba mencionados de Gaudí.

Pero Barcelona es también Montjuïc y el Tibidabo, la Plaza de Catalunya, El Liceo o el Monumento a Colón y, por supuesto, el Barrio Gótico con su Catedral de Santa Eulalia, o la Plaza de San Jaime, sin olvidar, claro, los referentes más modernos, muchos de ellos vinculados al deporte y a los Juegos Olímpicos de 1992. Barcelona es el Camp Nou, templo de los blaugranas de hoy y de siempre, o el Puerto Olímpico, convertido en centro turístico y de ocio de primer orden.

Dice la tradición que Barcelona debe su nombre al cartaginés Amilcar Barca, que la refundó siglos antes de ser tomada por los romanos, quienes la llamaron Barcino. De aquella población quedan todavía vestigios arqueológicos, como de sus primeros habitantes íberos, los layetanos. Desde entonces los siglos han ido modelando con lentitud no exenta de cariño el perfil actual de una gran urbe considerada por muchos como la más europea y cosmopolita de las españolas, como lo fue también en tiempos capital industrial del país y capital cultural. Barcelona, en fin, guarda para el visitante una sorpresa en cada esquina, un recuerdo o una intuición genial, por eso es cita ineludible de todo viajero que se precie. Y no sólo para quien no la conozca, sino especialmente para quienes deseen redescubrirla en cualquiera de sus innumerables facetas..