Tragos de sidra al grito de ¡txotx!

Amantes de los placeres de la vida, recorremos el largo camino que separa a Sotogrande del País Vasco para degustar sus mejores sidras, servidas directamente de las barricas, y acompañadas de buena mesa. Es tiempo de llenar el trago al grito de ¡txotx! Una tradición muy arraigada entre los vascos, que cada temporada pisa más fuerte entre los más exigentes foodies.

Los primeros meses del año (concretamente de enero a mayo) se celebra en el País Vasco la temporada del Txotx. Un auténtico ritual, muy recomendable, consistente en recorrer las más típicas sidrerías para probar el nuevo zumo fermentado de manzana, que brota a chorro directamente de la Kupela (barrica de madera).

Las sidrerías son, normalmente, antiguos caseríos donde se produce la sidra y se embotella, dejando un espacio para las barricas que es, precisamente, donde se realizan las catas. La mayor parte de las sidrerías se encuentran en el noreste de Guipuzcoa, en las localidades de Astigarraga, Hernani y Usurbil.

En cada sidrería, el propietario es el encargado de servir el delicioso jugo extraído de la barrica al grito de ¡txotx! Señal inequívoca para apurar el trago y proceder a llenarlo de nuevo cuanto antes, evitando, así, que el producto se desperdicie.

El consumo de sidra es ilimitado, por lo que, como no es de extrañar, el buen ambiente está asegurado. Y, para evitar mareos, la cata siempre va acompañada del típico menú sidrero, consistente en tortillas de bacalao, bacalao frito con pimientos y chuletones a la brasa. De postre: queso Idiazábal (uno de los mejores del mundo), membrillo y nueces.

No es de extrañar con estas características, que esta tradición vasca haya ido tomando fuerza entre los amantes del turismo gastronómico, siendo, cada año, más los visitantes que no dudan en acudir al norte para disfrutar de esta apetitosa ruta.

El origen de la tradición

Lo que hoy es un acto festivo proviene de antaño. La sidra es, desde hace siglos, la bebida autóctona del País Vasco. Antiguamente, los compradores de este producto artesanal acudían a las sidrerías para degustarlo y, de esta forma, conseguir adquirir el mejor. Incluso el menú sidrero (explicado líneas atrás) se cumplía al detalle, para evitar que los negocios se turbasen por el alcohol. Aquella cata privada, con el paso del tiempo, se ha popularizado, convirtiéndose en el importante acontecimiento gastronómico que es hoy. Una fiesta culinaria a la que acudir para disfrutar de la cultura vasca, de su gusto por el buen yantar y de los mejores tragos de sidra. Insuperable.