Optimismo y guerra comercial
- Ser optimista ante la guerra comercial es difícil, pero no imposible.

Las conocidas facetas negativas del proteccionismo comercial se han visto reflejadas en las Bolsas de todo el mundo. Es probable que la volatilidad de los mercados continúe hasta que el panorama arancelario se aclare, y la economía adopte un rumbo definido.
Sin embargo, todo este caos tiene algunos aspectos positivos. Comentó irónicamente el periodista Rafa Latorre, director de “La Brújula” en Onda Cero, que resultaba llamativo haya tantas voces de la izquierda, que habitualmente despotrican contra el liberalismo, pero que hoy se han vuelto entusiastas del librecambio. En la misma línea razonó el economista Daniel Lacalle, que apuntó que la dictadura comunista de China emite estos días vídeos de Ronald Reagan contra los aranceles, o que los medios más progresistas se acuerden hoy de Milton Friedman, o que las autoridades de la Unión Europea hayan reconocido que la burocracia daña a las empresas.
Si esto tiene algún recorrido en el futuro, puede haber una luz al final del túnel, porque puede ocurrir que la carrera arancelaria internacional no termine necesariamente siendo una carrera sin freno al alza.
Hemos sabido que unos 70 países, empezando por Japón, pero sin olvidar a México ni al propio Reino Unido, han declarado su intención de negociar con la Administración Trump una reducción bilateral del proteccionismo con los Estados Unidos. Quizá el presidente americano no sea un mero bravucón y un patán. Quizá sea lo que dice que es: un negociador.
Tal como están las cosas, parece que lo más probable es el escenario negativo, es decir, una escalada proteccionista que empobrezca a la población y abra la puerta a una recesión. Pero, como dice el refrán, la esperanza es lo último que se pierde.