Nuevo curso político

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Se inicia en España un nuevo curso político cargado de incertidumbres. Casi podríamos decir que hay solo una cosa de la que podemos estar seguros: Pedro Sánchez no va a convocar elecciones generales anticipadas.

Naturalmente, no quiere convocarlas, porque las perdería, acaso por una diferencia del PP sobre el PSOE más abultada que la registrada en el año 2023.

Esa certidumbre, como digo, es la única frente a muchas incógnitas. En la política, las cesiones al independentismo, simbolizadas en el llamado “cupo catalán”, del que ya nos hemos ocupado en este periódico, han agitado las aguas del socialismo, particularmente en los pocos gobiernos autonómicos donde todavía manda el PSOE. La idea de una izquierda que premia a las autonomías más ricas a expensas de las más pobres es, efectivamente, difícil de digerir para las fuerzas progresistas, especialmente las socialistas.

El ambiente entre los aliados de Sánchez está también bastante revuelto, y el Gobierno ha empezado a perder parte de los apoyos que le permitieron ganar la investidura, tanto en el ámbito de los nacionalistas como en el de la extrema izquierda. Cierto es que eso no significa que los aliados vayan a dejar caer al Ejecutivo, precisamente porque ellos también saben que unas nuevas elecciones podrían desembocar con Alberto Núñez Feijóo en la Moncloa, un escenario que es probable que les inquiete más que el actual.

En el campo económico, dentro de una situación de España que va más o menos bien, en comparación con las alicaídas grandes naciones de Europa, hay señales de debilitamiento, a las que hay que sumar la posible falta de apoyos del Gobierno para aprobar los Presupuestos Generales del Estado para el año 2025.

Cabría argumentar que los Presupuestos siempre se pueden prorrogar, pero, aparte de que la obligación del Ejecutivo es presentarlos para su aprobación, su prórroga infunde una sensación de precariedad del Gobierno.

En resumen, puede que las circunstancias políticas y económicas, que ya son delicadas, empeoren. Pero el nuevo curso político nos sugiere que Sánchez permanecerá al mando porque ese empeoramiento, como decía el desafinado bardo de los cómics de Astérix, no sucederá mañana.