Presupuestos demorados, por Carlos Rodríguez Braun
Si los Presupuestos Generales del Estado (PGE) son el eje de la vida parlamentaria, en una situación política de bloqueo su importancia es aún mayor. Pedro Sánchez tuvo que convocar elecciones porque no tenía los apoyos suficientes para aprobar los PGE de 2019. Y acaba de insistir en la necesidad de unos nuevos Presupuestos, y de formar para ello un Gobierno cuanto antes: “España no se puede parar, no se debe parar. España necesita un Gobierno en el mes de julio”.
Es una clara exageración, porque un país no es un Estado, y España no se detiene si el Gobierno no queda constituido formalmente en las próximas semanas. De hecho, España tampoco se detendría si el bloqueo condujera a una nuevas elecciones.
Pero la falta de Presupuestos dificulta la vida de los gobernantes, porque les presenta obstáculos a la hora de recaudar, de gastar, y de desarrollar su política económica. Hemos visto en Andalucía los problemas que ha habido para aprobar las cuentas de la nueva era política. Y en toda España las autonomías afrontan el problema de que no pueden gastar algunas sumas que tenían presupuestadas, porque el ministerio de Hacienda no cuenta con unos PGE aprobados.
Y a los ciudadanos, ¿nos perjudica o nos beneficia que no haya Presupuestos? Es difícil responder, porque, como es bien sabido, el gasto público no es gratis, de tal modo que debemos comparar los beneficios que obtenemos o podemos obtener del gasto que realizan las Administraciones Públicas con los impuestos que debemos pagar para financiarlo. Como Pedro Sánchez y diversos miembros de su Gobierno han insistido en que su objetivo fiscal es subir los impuestos, entonces a los contribuyentes nos conviene que se demoren los PGE. No está claro que esto vaya a suceder, y de todas maneras la prórroga de los Presupuestos comportó la continuación de las cuentas del PP de Rajoy, que tampoco eran muy amables con los contribuyentes.
Lo ideal sería contar con unos PGE 2019, pero con una Hacienda austera, que cuidara del bolsillo de los trabajadores y los empresarios. No la hemos tenido hasta hoy, pero la esperanza es lo último que se pierde.
Delayed budgets
Carlos Rodríguez Braun
If the General State Budgets (PGE) are the core of parliamentary life, in a political impasse their importance is even greater. Pedro Sánchez had to call elections because he did not have sufficient support to approve the state budgets of 2019. And he has just insisted on the need to produce new Budgets, and to form a Government to do so as soon as possible: “Spain cannot stop, it must not stop. Spain needs a Government in July”.
It is a clear exaggeration, because a country isn´t a State, and Spain will not stop if the Government is not formally established in the coming weeks. In fact, nor would Spain come to a halt if the impasse led to new elections.
However, the lack of Budgets makes life harder for rulers, because it creates obstacles when it comes to tax collecting, spending, and developing their economic policy. In Andalucía we have seen the problems experienced in order to approve the accounts of the new political era. And in all of Spain, autonomous communities are facing the problem that they cannot spend some sums that they had budgeted for, because the Ministry of Finance does not have approved state budgets.
And citizens, are we harmed or do we benefit from not having budgets? It is difficult to provide an answer, because, as we are well-aware, public spending isn´t free, so we need to compare the benefits that we obtain or can obtain from the spending of Public Administrations using the taxes that we have to pay to fund it. As Pedro Sánchez and different members of his Government have insisted that their fiscal objective is to increase taxes, then it suits tax payers for the budgets to be delayed. It isn´t clear that this is going to happen, and in any case the extension of the Budgets involved continuing the accounts of the PP of Rajoy, which were also not too kind towards tax payers.
The ideal thing would be to have 2019 state budgets, but with an austere Ministry of Finance, that looked after the pockets of workers and business people. We have not had it yet, but hope is the last thing that is lost.